CHLOE ARMSTRONG
Llevo aquí cuatro años. Unos años largos, eso sí. Con todas sus ventajas y desventajas. Conocimientos nuevos y otros que tan solo hemos ampliado. Risas y días tristes. Exámenes sin final. Unos días estudiando y otros muchos que tan solo son días. Días aburridos donde tan solo puedes quedar con un compañero.
Porque el conocimiento más grande es el de ser compañero. Somos compañeros. Eso es todo. Aprendamos lo que aprendamos, este año hemos sido capaces de colaborar. Ayudar, ser humanos. Al final del día, cuando todos volvemos a casa, nos tumbamos en nuestra cama y pensamos en que pasará mañana y un sinfín de imágenes con sonrisas y momentos inolvidables se hacen presentes en nuestra memoria. Quedándose allí hasta el fin.
Porque entramos aquí con apenas 12 años y ahora nos vemos con 16. Hemos crecido. Hemos cambiado. Podríamos decir evolucionado.
Lo que hemos hecho es encontrarnos a nosotros mismos. Buscar nuestros propios placeres. Ahora tan solo nos queda despedirnos. Porque pocos momentos nos quedan a todos juntos. Se echará de menos. Siempre echamos de menos a lo que no conocemos.
Y ahora vamos a entrar en un mundo distinto. Uno que desconocemos. Un mundo nuevo. Uno grande. Uno adulto. Y para ello hemos estado aquí.
Cuatro años de duro entrenamiento previo para enfrentarnos a la realidad. Porque nos tienen sostenidos en una nube. Y el año que viene esa nube no existirá. Bajo nuestros pies se deshace todo lo que creíamos real. Despertamos. Esto puede ser para unos una pesadilla, para otros tan solo una aventura más que nos regala la vida.
Solo puedo decir que le echemos ganas a la vida y siempre hagamos lo mejor que podamos. Pues hoy en día, darlo todo es éxito. Todos tenemos la llave de éxito.
Porque mañana será otro día. Tal vez mejor o incluso, si tenemos suerte, mejor que hoy. Pero siempre diferente al ayer.
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