Cuando entré en el Instituto tenía 12 años. Fue hace 5 años. En aquella época, yo era una niña muy inquieta, me dedicaba a hacer tonterías en clase y no hacía caso a los profesores. Debido a esto, me quedaron unas cuantas asignaturas. Ese verano estudié y aprobé.
Pasé a 2º y ese año tampoco hice nada. Me dediqué a lo mismo aunque me lo pasé estupendo con aquella gente que estaba en la clase. Fue todo estupendo, también me quedaron asignaturas por no hacer nada, y de nuevo pasé de curso recuperando las asignaturas que me quedaron.
Empecé 3º y decidí no hacer nada en el curso y ese año iba con pensamientos de repetir, ¡y repetí!
Ese año, repitiendo 3º, me conciencié de que ya se había terminado el juego y, si quería terminar de estudiar, tenía que ponerme las pilas.
Fue un año súper divertido, porque estábamos tan solo nueve personas y los profesores era muy distintos a los anteriores años, que estábamos veintiocho o treinta personas. Tuvimos unos profesores que nos ayudaron mucho con todo, y también tuvimos tiempo para divertirnos. Y ahora estoy en 4º y, bueno, estoy intentando aprobar asignaturas que son un poco difíciles: historia, matemáticas... A ver qué pasa....
MI OPINIÓN:
Para algunas personas el instituto es difícil, y más aún si nos meten a treinta personas en una clase y diez lo entienden todo a la perfección, nueve más o menos y el resto no siguen el ritmo de la clase.
Solo un profesor pone esos tres tipos de adaptaciones. Los demás no lo tienen en cuenta y yo creo que eso se tendría que tener en cuenta y mucho.
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